Amo Nueva York por todo lo que representa para mí. Sus calles y edificios han servido de escenario a las mejores películas, vagabundear como Jack Lemmon sin apartamento, creer que tras cualquier esquina puedes encontrar a un gangster, pasear por la gran manzana con naturalidad a lo Annie Hall, o atreverte a dar unos pasos de baile que traten torpemente de imitar los de Gene Kelly... adoro Nueva York por ser la gran aliada del cine y adoro el cine más que por ser un pedazo de vida, por ser, como decía Hitchcock, un trozo de pastel, gracias a él puedo escapar al fin de la cotidianidad, de la rutina, de una vida que a fuerza de repetirse nos ahoga, nos esclaviza, nos sumerge en una atmósfera de desidia y pasividad, el cine y Nueva York maravillosa mezcla, ruptura de realidad y elogio del artificio.
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